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martes, 3 de agosto de 2010

ALADELTISMO CHILENO 1995

1.IV Campeonato Iquique.
2. Mis experiencias…52: La Patita de Águila, 53: Refraneando.
3. Listado de pilotos de la ACHVL 1995 y asistencia a Asamblea Extraordinaria 3/3/1995.
4. Acta de la XV Asamblea Ordinaria de la Asociacion Chilena de Vuelo Libre


1. IV CAMPEONATO INTERNACIONAL IQUIQUE’1995
Foto:1995-01Iquique. En cuclillas, de izq. Aldo Rover (Arg.), Maximiliano Robert(Arg), Leonardo Briseño y Laura Bazán(Arg). De Pié 1. 2. 3. Roberto Ulate, 4.



El día 24 de Octubre habíamos sido citados al Grupo X de la FACH, los aladeltistas y parapentistas a fin de depositar nuestros equipos en la Terminal de carga los que fueron embarcados junto con sus pilotos en número de 42 el día 26. La FACH, gentilmente nos hizo lugar en uno de sus viajes.
Este campeonato es recordado por la buena, excelente, organización, la que estuvo a cargo de nuestro compañero Patricio Fabres de La Serena, quien paradójicamente resultó lesionado al aterrizar. Patricio lo previó todo: alojamiento en la Piscina Municipal, desayuno y cena en una ramada, en el mismo lugar. Transporte y rescate mediante un ómnibus y un camión semirremolque. Colaboración de un grupo de telecomunicaciones del Ejército, y un vehículo con radio para los rescates. Ambulancia. Permisos y apoyo de la DGAC. Permiso y aviso al grupo local de la FACH. Municipalidad, bomberos, defensa civil y auspiciadotes. Nada faltó y los vuelos desde Punta Patillos hasta Iquique se hicieron pegados a los cerros , para no interferir el normal espacio aéreo tanto del Grupo VI como del aeropuerto Diego Aracena. Durante tres días hubo vuelos desde Patillos, y el resto desde Alto Hospicio. Aladeltistas y parapentistas compartimos los despegues y aterrizaje en las playa. Hubo un par de accidentes leves en parapentes, el más dramático, el de Carlos Rocca, a quien se le plegó en parte su parapente y ya muy bajo abrió el de emergencia. Y A mí me ocurrió el tercer día que estando aterrizando con mi XS Moyes, al final del “cementerio III”,
pasado el Aeropuerto con mucho viento, apenas toqué el suelo el ala se levantó por delante, se invirtió y me llevó por encima resultando trapecio y tubo de ala rotos.
Participaron por alas delta: Cristian Cid, Germán Romero, Alberto Meriz, Augusto Olivares, Ignacio, Pedro y Arturo García; Alberto y José Vargas, Manfred Paulmann, Michael Samann, Jaime Didier, Andrea Woerner, Hernán Cortés, Rodrigo Hurtado, Leonardo Briceño, Elmo San Martín, Milo Timmermann, Ana María Tapia, Jaime León, Andrés Perrín Alfredo Elwein, Oscar Pérez, Juan Carlos Obrador, René Farías , Ignacio Hinostroza, Sergio Rivillos, Patricio Fabres, Basilio Impellizzeri, Máximo y Aldo Rover (Arg),
Laura Bazán (Arg), otros dos argentinos, Eduardo Fernández (España), etc.
Una anécdota: el primer día extravié la antena de mi radio. Al día siguiente, habiendo aterrizado, casualmente, otra vez cerca de ahí pasadito el aeropuerto, Leonardo, que me vino a rescatar, insistió en buscar el lugar y lo encontramos y allí estaba la antena: fue encontrar “una aguja en un pajar”. Y ese fue también mi último vuelo porque me sucedió que al aterrizar en un terreno con pendiente con fuerte viento de frente, y al levantar la nariz, el viento me levantó ésta de golpe , invirtió al ala y yo fui arrastrado por el cordaje, pasé por encima del ala y quedé enredado entre los cables y con el trapecio y un lateral de ala rotos (moyes XS), rápidamente desarmé “todo aquello” y lo metí en la funda. Cuando llegó Leonardo, disimulé, pero estaba “más aporreado que membrillo de colegial”.

Foto:Despegue en Alto Hospicio, Iquique, Germán Romero
Viajando a Iquique en el Hércules de la FACH
Iquique, pilotos  durante un relajo

2. MIS EXPERIENCIAS
LA PATITA DE ÁGUILA

Antes, cuando ni pensaba en alas delta, miraba en menos los mitos de la gente, que si el gato se lava la cara es visita, que si te das un codazo, es sorpresa, que esto te trae suerte y aquello desgracia. A Dios lo tuve siempre presente en todo momento en las buenas y en las malas. pero es diferente y si voy a hablar sobre esto, necesito de su indulgencia. Cuento con ella. Como te decía, no creía. Sin embargo con el correr de los años y cuando se me enfermó un hijo, corrí como todo el mundo sin desdeñar curanderos ni videntes, tratando de sanarlo. y más concretamente, cuando comencé a volar y a jugármela en cada vuelo, empecé‚ a admitir que si bien es cierto de que las brujas no existen, de las hay, las hay. ¿No te ha ocurrido a tí también, alguna vez? Pareciera ser que en nuestra ansiedad e inseguridad, recurrimos al fondo místico que todos llevamos dentro. Algunas personas piensan que los hombres pájaros somos muy valientes. ¿Lo somos, en realidad? A mi me han asaltado muchas veces ideas fatalistas, como aquella vez, cuando estaba por despegar para el cruce de la cordillera y me tomaron la última foto. Yo Pensé: Es un 13 de marzo y como es un 13, esta podría ser en verdad mi última foto. Me esperaba lo desconocido, me sentía muy inseguro ya había invocado mil veces por la ayuda espiritual que podrían darme mis padres, los difuntos andinistas y les pedí que me acompañaran. Todavía no me explico como es que despegué‚ con tanta carga.
Vez pasada, estando en la cumbre de Batuco, me agaché‚ a recoger algo -"¿que es Basi?" me preguntó un compañero. "Una patita de águila" le contesté‚. -"¿ Y tú crees en esas cosas?". El tono burlón de su pregunta me hizo justificarme con firmeza: "¿Qué tiene de raro? Acaso ,mucha gente no tiene su pata de conejo? Porqué yo que soy hombre pájaro no puedo tener mi propia patita de águila"? y diciendo esto, sentí nacer dentro mío una tremenda confianza en esta patita. la cual desde entonces ocupa un lugar en mi arnés y créase o no, me siento mucho mejor cuando vuelo.
Cada vez que me las veo negras, en mis vuelos, recurro a mi patita de águila y me da confianza, sobre todo cuando voy a hacer algo nuevo con mi ala, o cuando hice una embarrada en vuelo y desesperadamente tengo que arreglarla.
Te pongo un ejemplo: La otra vez nos fuimos a volar al Santuario de la Naturaleza, con Elmo San Martín, éramos primerizos en ese lugar y tuvimos la gran suerte de encontrarnos en el camino con Patricio Núñez, un veterano. Ya estaba mejor. Se nos unió Andrea, otra compañera de vuelos y entramos al Cajón del Arrayán. Subimos la quebradita. Yo iba como siempre, que conduzco, mirando el paisaje y comentando cuanta belleza veían mis ojos, mientras que mis compañeros, -como siempre en estos casos,- temblaban y me recomendaban : "Mira el camino, Pelao" . Subimos con el furgón. Desde la cancha de despegue de las alas delta, ubicada sobre el cordón montañoso, el espectáculo es fabuloso: se ve toda La Dehesa, en mil distintos tonos de todos los colores, porque hay cerros, quebradas, grandes árboles, porque no los cortan por ser Zona Militar. Todo verde de arbustos y pastos, las casitas del lugar y además, todos los cerros conocidos nuestros: San Ramón, Provincia, Alvarado, Manquehue, Del Medio, Chicureo, Los Riscos, Los Pelados, todos al alcance de nuestro imaginario próximo vuelo. Después que pasó el momento del deleite, nos pusimos a mirar más profesionalmente y aparecieron las inquietudes. "Pato, ya nos explicaste donde podemos subir, ahora dinos donde podemos aterrizar". Allí estaba el problema. Aterrizajes cerca no había. "Hay que salir de la olla y ésta tiene un diámetro de 3 Km. , luego tienes que irte con la altura del despegue si quieres llegar a los estanques. Si no te da para llegar, tienes una alternativa en un potrero que está antes. ( 4 Km.)".
El despegue estaba lleno de matorrales, el viento muy flojo, por lo tanto había que correr con ganas para no quedarse pegado. Despegó primero Elmo, tomó altura en una lomita y comenzó a pasearse por todo el valle. Despegué yo, me fuí directo a la misma lomita y en vez de subir, bajé‚. Entonces torcí a la derecha y me fuí al otro filo. En el camino bajé‚ y bajé‚ Antes de llegar al filo había perdido 200 mts. y con ellos la esperanza de salir de la olla. Veía puros árboles grandes y ningún claro donde meter el ala. La situación era gravísima y la salida era hacia arriba. -"Haz observado que cuando uno se encuentra encerrado en un problema sin salidas y de pronto te das cuenta que sí, hay una"? Apreté‚ mi patita de águila y me dió confianza. Para salir de la olla Tenía que ser volando y cuando llegué‚ al filo me pegué a él, buscando una brisita que no tardó en presentarse, detuvo mi cada y me sostuvo durante algunos ochos hasta que dí con una térmica y me llevó 1.000 metros para arriba, lo cual me permitió recorrer el lugar y empezar a estudiarlo, resultando al fin y al cabo, un excelente vuelo.
Te cuento otra: El 31 de Diciembre estuve asustadísimo porque era mi primer despegue nocturno. ¡Me temblaban las piernas! Otra vez saqué‚ fuerzas y confianza de esa diminuta patita y me fué‚ bien.
Los que nos arriesgarnos sabemos que no basta con lo que sabemos por oficio y que depende en gran medida de lo que Dios disponga, de nuestra buena estrella, de nuestros queridos difuntos y también de. . .una patita de águila.

53. REFRANEANDO
A la hora de aprender, cada cual tiene su refrán como: “La letra con sangre entra” para los colegiales, “hechando a perder se aprende”, para los albañiles y maestros. En cambio a los aladeltistas, ninguno de esos refranes nos viene. Entonces, intentemos suplir esta carencia, por ejemplo con “ Hematomas y contusiones, te darán las instrucciones”, porque quien más quien menos, podemos lucir una buena cantidad de cicatrices en pos de un aprendizaje que se enriquece con cada vuelo.. En alas delta, para aprender, nada mejor que arriesgar y así se escribe la historia a veces trágica donde el refrán sería “De valientes está lleno el cementerio”. Felizmente la mayoría se dá cuenta a tiempo hasta donde puede arriesgar. En este caso el refrán sería:” Los sustos y los porrazos te darán el campanazo”.
Un ejemplo de estos “campanazos” son los vuelos remolcados. Así fue como en Chile sabíamos por las revistas especializadas que los aladeltistas extranjeros nos llevaban la delantera en vuelos remolcados: ya sea por una camioneta, por un avión ultraliviano o mediante un huinche estacionario; y por los mismos medios sabíamos también que eran muchos los muertos, ya sea que se les enredó el cable-remolque, porque se “clavaron” en el suelo o porque los pilló un stall en la salida. Esto porque es muy distinto despegar desde el suelo a hacerlo desde una ladera o una cumbre donde “La velocidad y la altura, conservan la dentadura”. Así es como los chilenos, a quienes nos gusta estar en la punta y sabemos que “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, inmediatamente construímos diversos artefactos y ensayamos con ellos hasta escuchar “el campanazo”. Afortunadamente estos vuelos fueron dejados de lado “antes que…”.
No iba a ser yo la excepción y te cuento que corría el año 1990 cuando en “Aguilas Blancas” teníamos una Escuadrilla de Alas Delta y Ultralivianos. Bueno, tanto como escuadrilla no era: sólo un par de milenarias alas de instrucción y un avioncito, bajo la
dirección del Brigadier Máximo Ormazábal, pero la misma nos alcanzó para un curso de alas delta, uno de primeros auxilios, exposiciones, charlas, estar presentes en FIDAE, en algunos campeonatos y sobre todo mucha camaradería y reuniones donde devorábamos de un cuanto había en el Casino. Y es así como se nos dio por el vuelo remolcado. Al domingo siguiente hicimos los primero vuelos remolcados por una camioneta. Me elevaron por dos veces a unos 70 mts. . Me siguió el socio “Jano” Frutos, pero no llegó muy lejos porque olvidó colgarse del ala y cuando el cable lo tironeó y él corría para despegar, lo hizo solamente colgado de las manos. Gritó: “paren, paren” – y más desesperado - se soltó, lanzando un garabato. El tremendo guatacazo le basto para “nunca más”. En cambio a mí , los dos vuelos anteriores me habían dado para un “360” y enfrentar el viento. Necesitaba más cordel y el “Toño” Arias compró (vaquita mediante) 600 mts., mientras nuestro Brigadier se consiguió en la FACH una radio tan vieja que se había olvidado de funcionar. Yo por mi parte, tuve la suerte de dar con un descuelgue rápido el cual accionaba con sólo un manotazo.. Con estos elementos y el gustito que dá la aventura, nos fuimos a la Base Aérea El Bosque y después que el “Pato” Núñez terminó con la instrucción , todo el curso nos desplazamos a la esquina de un potrero grande, donde el pasto que estaba demasiado alto, y la camioneta (sin radio) demasiado lejos para mi gusto, me enfriaron el ánimo. Pero allí estábamos para volar. Me amarraron al cordel y le bajaron una bandera a la camioneta para que partiera y luego de 10 segundos la revolearon para que parara, porque a mí se me enredaron los pies en el pasto y en la arrastrada “me eché” los dos tubos del trapecio de mi Zaphyr. Nadie se opuso a que tomara entonces el ala de instrucción. Pero esta vez, la camioneta que había tenido también sus problemas con el pasto , se ubicó por el costado de la pista de despegue de los aviones en dirección al Sur, mientras que yo lo hacía en diagonal para enfrentar el viento SO. Esta vez iba bien hasta alcanzar los 80 mts. de altura, cuando un tironcito de abajo me advirtió que el cordel corría a ras del suelo enganchado en una baliza de la pista y pronto me iba a “chupar” para abajo. Instintivamente le dí al descuelgue su manotazo y mientras planeaba, le tomé el peso a lo que estaba haciendo y de la que me había salvado..
No obstante me esperaba lo peor. El viento estaba levemente cruzado. La concurrencia quería algo más. Alguien tuvo la mala idea: ¿Porqué no corres a lo largo de la pista, Basilio?. A mí me temblaban aún las piernas, pero no iba a flojear yo, el veterano. Como cordero me engancharon al fatídico cordel, levanté el ala, apreté los cachetes, dí la señal, bajó la bandera. Hasta los 25 mts de altura iba bien, pero la Alondra comenzó a derrapar para un costado y a inclinar la nariz como volantín. Eché todo el peso a un costado, no fue suficiente y nos fuimos para abajo a una velocidad impresionante, el viento silbaba en los cables. A sólo 5 mts del suelo el ala se infló, se puso contra el viento y nos elevamos a 80 mts. Entonces escuché clarito “el campanazo”, aterricé, me descolgué y les dije: “el vuelo remolcado es bueno sólo para matarse.
Y para terminar refraneando: “Piloto que se arrepiente, sirve para el próximo vuelo”.



VI ASAMMBLEA…LISTADO DE PILOTOS















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